Sanación transgeneracional
EL árbol genealógico y las transmisiones intergeneracionales
“Solo hace falta un guerrero de la luz, un Alma valiente, con el deseo de sanar e iluminar el sistema familiar”.
E.Q.V
¿Para qué nos sirve tomar consciencia de la información de nuestro árbol genealógico y de la dinámica de lealtades y herencias transgeneracionales?
A mí, particularmente, me gusta hablar de:
Para qué debo conocer la historia de mis ancestros y entrar en contacto con la información de mi árbol genealógico, y no centrarme en por qué es necesario abordarlo.
El “para qué” nos lleva a comprender que hay algo que debemos aprender y nos permite determinar para qué vivimos esta experiencia. ¿Qué es lo que debo aprender de esto que vivo en relación con mis ancestros? ¿Qué es lo que debo perdonar, trascender y elevar en amor?
Por el contrario, las preguntas ¿por qué estoy viviendo esto?, ¿por qué replico la enfermedad de algún ancestro?, ¿por qué a mí? nos conducen al conocimiento, pero no a una comprensión que nos posibilite extraer el aprendizaje que hemos venido a experimentar con nuestro grupo de pertenencia, lo que nos deja estancados en la posición de víctimas.
Nuestra experiencia humana sería mucho más llevadera, más fácil y más plena si desde el mismo instante en que ingresamos a la experimentación humana tuviéramos en claro:
¿Para qué hemos venido?, ¿cuál es nuestro propósito y misión?
En este sentido, el abordaje del árbol genealógico y la respuesta a esta pregunta es la toma de conocimiento de cuáles son los aprendizajes que transitaremos en relación con nuestro grupo de pertenencia, la búsqueda de programas que nos limitan en el día a día y nos inhabilitan a vivir en plenitud porque no estamos viviendo en coherencia con nuestra verdad, con el sentido único y sagrado de nuestra Alma.
El sentido de estar aquí cumpliendo nuestro propósito y misión de vida se reafirma cuando podemos proclamar nuestra verdadera identidad: «YO SOY» el que «YO SOY»,
sin ataduras y sin programas limitantes que no nos pertenecen, pero que forman parte de la estructura de aprendizajes que hemos elegido y que desconocemos. Son la herencia de nuestro grupo familiar y es lo que debemos decodificar y desprogramar para extraer nuestro aprendizaje, para crecer, superarnos y expandir todo nuestro potencial como seres divinos que somos.
Cuando uno proclama «YO SOY» reafirma su identidad espiritual: un Alma con un propósito de vida haciendo una experiencia humana, con facultades divinas, capacidad de creación y con libre albedrío. Desde esta mirada uno puede crear la vida que desea vivir, reconociendo que todos somos parte de la misma fuente creadora, empoderándonos en nuestra divinidad y en nuestra capacidad de crear.
Cuando puedes comprender que todo lo que te toca vivir siempre será una creación propia, consciente o inconscientemente, y que tendrá un valor luminoso para que puedas ir desarrollando cada vez más tus atributos y potenciales latentes, te haces más consciente de tu responsabilidad en la creación de tu vida.
Todos traemos un don que nos hace únicos y eso es lo que vinimos a manifestar. Cuando empiezas a liberarte de las cargas ancestrales y te sanas, puedes empezar a vivir manifestando tu sentido sagrado en esta existencia.
El objetivo de la indagación sobre nuestra historia transgeneracional es, en una primera instancia, que la ignorancia que traemos sobre nuestros orígenes y sobre nuestros ancestros pase del inconsciente al consciente. En segundo término, asimilar cuánto nos afecta el desconocimiento de lo que hemos venido a aprender con un grupo, con nuestro clan. Esto es muy importante para revelar todas las herencias y programas de nuestros ancestros que pueden estar limitándonos por desconocimiento como lealtades invisibles de las cuales no somos conscientes.
Cuando tomas conocimiento de ello y apelas al don del libre albedrío, es decir, a tu propia elección, puedes optar por elegir la vida que quieres experimentar. Esta elección, para ejemplificarla, será la de evitar replicar la enfermedad de un ancestro, dejar de vivir en la carencia por fidelidad a un abuelo, seguir o rechazar la profesión de un antepasado o dejar de vivir en depresión por un duelo bloqueado en una generación superior.
Una vez que llegamos a la Tierra, la vida se despliega, metafóricamente hablando, como una gran obra, cuyos capítulos se desarrollarán respetando el guion que tu Alma eligió venir a representar con la finalidad de aprender.
El Alma realiza un relevamiento previo desde el otro lado del velo, desde las líneas de tiempo de sus vidas anteriores donde quedaron capítulos sin cerrar y donde eventos dolorosos muchas veces quedaron abiertos y sin solución, porque no se pudo asimilar en esa experiencia de vida el aprendizaje y un fractal del Alma quedó desintegrada, fragmentada por dolor o situaciones no trascendidas.
Vida tras vida vas evolucionando y obteniendo más sabiduría; esa es la finalidad del Alma para recuperar su verdadera identidad. En este sentido, el guion que elegiste en esta vida tiene que ver con algo que no lograste integrar en otra experiencia. Esta es la manera en que capitalizamos los aprendizajes y obtenemos sabiduría para crecer y superarnos.
Partiendo de allí, podrás empezar a indagar cuál es tu guion en tu obra familiar, aquello que les da contexto a tus aprendizajes. Observarás cuál es tu propósito de vida para empezar a transformar las experiencias en aprendizajes, siendo observador de los escenarios de vida.
Me parece de suma importancia incorporar una visión desde la óptica espiritual, que no debe confundirse con la religiosidad, la cual no está contemplada en este análisis del árbol genealógico y la dinámica transgeneracional. Cuando hablo de espiritualidad me refiero a poder contemplar que somos un espíritu realizando una experiencia humana y, por lo tanto, dejando de ser víctimas de nuestros ancestros. Nosotros mismos hemos creado y elegido nuestro árbol, nuestro grupo familiar, porque tiene condensado todo lo que necesitamos para poder evolucionar y crecer.
No comparto el hecho de que muchas de las teorías que enseñan sobre el árbol genealógico refuerzan sus fundamentos enseñándonos que somos víctimas, prisioneros o marionetas de nuestros ancestros. Esta visión nos quita la responsabilidad de ser creadores. Somos creadores de nuestras vidas, consciente o inconscientemente.
Tú has elegido tus lecciones individuales con tu grupo de referencia. Ahora que eres consciente de ello puedes analizar, tomar conocimiento de qué rol te toca en el guion de tu obra e ir convirtiendo en aprendizaje lo que te toque experimentar para elegir libremente la vida que deseas vivir.
Llegamos a esta existencia gracias a nuestros padres; ellos hacen la apertura del portal y nos dan el primer marco de referencia para las experiencias que vamos a vivir. Nuestros padres son portadores de la memoria transgeneracional y de ellos recibimos sus programas, pero también recibimos lo que nuestros abuelos y bisabuelos no han trascendido.
Tú, como Alma que llega a la experimentación, has elegido lecciones de aprendizaje individuales denominadas Karma, que son, específicamente, lecciones en relación con un grupo.
El Karma, a grandes rasgos, son las cosas malas que nos suceden. Realmente son lecciones establecidas en relación con tu grupo, con tu clan. Gracias al estudio transgeneracional podemos llevar los aprendizajes al plano de la consciencia, haciendo consciente lo inconsciente, aquello que se ha denominado “lealtades invisibles”, eso que nos limita y, como una tela de araña, nos atrapa y no nos permite encaminarnos al encuentro de nuestro propósito y el sentido sagrado de nuestra propia existencia libre de ataduras.
Es importante comprender que tú, como Alma, elegiste lecciones de aprendizaje individuales y también elegiste lecciones en relación con tu grupo familiar. Esto elimina el estrés inconsciente, porque ahora sabes que eres Arquitecto Creador de tus aprendizajes y puedes rediseñarlos, reconociendo que todo lo que te toque vivir será un viaje de expansión y sabiduría.

